martes, noviembre 13, 2012

Destruir lo Construido

La realidad no es lo que parece, es un producto de una intensa y constante interacción con ese otro que la intenta aprehender, asirla, hacerla suya. En algún momento algunos ingenuos supusieron que la fotografía era un mero acto reflejo, como si el lente no pudiera hacer otra cosa que captar el entorno.

El asunto no se reduce a reflejar, el acto creativo reflexiona sobre sí mismo y es, necesariamente, el punto de vista de alguien, la parcialización del vasto universo, la selección de un campo, el criterio de la mirada, el encuadre buscado y, en consecuencia, es una interpretación, en este caso, con intencionalidad estética. Más allá de la técnica empleada, del mecanismo de captura de la imagen, ya sea mecánico o digital, de la elección del proceso para fijarla en la superficie, de las texturas y diversidad de materiales posibles sobre los que se logra el revelado o la impresión, todo apunta a un proceso donde la mano del artista, sus sentidos y sus búsquedas se conjugan en un afán creativo.

El sentido de la vida del hombre está marcado en gran medida por su finitud: somos mortales. Los humanos transcurrimos como un fragmento minúsculo en el devenir del movimiento terrestre. Pero aún desde nuestra frágil condición efímera alzamos la vista hacia otros horizontes y sabemos que el mundo, las estrellas, el universo entero puede tener también contados sus días. Más tarde o más temprano, la posibilidad del fin existe, desde ahí es válido mirar, imaginar, proponer, las imágenes de lo que intuimos puede ser lógico esperar, aunque desconozcamos su naturaleza.

 Carlos Vigil Peña pone su mirada en ese horizonte de posibilidades, retrata paisajes, edificios, ciudades, actos de la vida cotidiana donde de pronto algo cambia. Son, tal vez, las primeras imágenes de la llegada del fin, como si la energía de una bomba cósmica cayera sobre nosotros, una energía capaz de alterar la forma misma del universo. La relatividad del espacio y del tiempo se manifiesta físicamente blandeciendo los cielos, derritiendo los edificios, distorsionando las siluetas de los seres que se ven sorprendidos en medio de su acontecer cotidiano.

La mirada del fotógrafo se sirve de la manipulación digital para ofrecernos hoy, en blanco y negro, un reporte gráfico del final, o, al menos, del inicio del fin. Imágenes que muestran el proceso que lleva a revertir la realidad, nuestra realidad, a reconocer la posibilidad de la existencia de una energía mayor con poder de derretir los sueños del ser humano.


Daniel Domínguez Cuenca 
Veracruz, Veracruz, 2012